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La Verdadera Musulmana Celebra Sus Oraciones De Manera Adecuada

La fiel musulmana se esfuerza con ahínco en realizar sus oraciones de manera adecuada, con una profunda concentración y precisión en sus movimientos físicos. Ella reflexiona sobre el significado de las aleyas que está recitando, y sobre las palabras de alabanza y glorificación que está pronunciando. Su alma se colma con el temor a Allah , y con la gratitud y la sincera devoción hacia Él. Si por algún motivo, Shaitân le susurra al oído alguna idea durante su oración para distraerla de su correcta concentración, y así apartarla; ella se concentra en las palabras del Corán que está recitando, y en las palabras de alabanza que está pronunciando.

   La musulmana, por otra parte, no sale corriendo deprisa para volver a sus quehaceres domésticos una vez que haya terminado su oración. Más bien, ella pide el perdón de Allah , como el Profeta  solía hacerlo, diciendo: "Astagfirullah" tres veces, y repite el du‘â': "Allâhuma anta as salâm ua minka as salâm, tabârakta iâ dhâ al yalâli ua al ikrâm (¡Oh Allah! Tú eres la paz y de ti proviene la paz, bendito seas ¡Oh, Señor de la majestad y el honor!)"[1] Luego repite los adhkâr (invocaciones a Allah recordando sus nombres) y ad‘iah que el Profeta solía recitar después de completar su oración. Existen numerosos adhkâr[2], uno de los más importantes es repetir "Subhânallah" treinta y tres veces, "Al hamdulillah" treinta y tres veces, "Allahu akbar" treinta y tres veces, luego para completar cien dice: "La ilâha illa Allah uahdahu lâ sharîka lahu lahu al mulk ua lahu al hamd, ua hua ‘ala Kulli shai'in qadîr." De acuerdo a un Hadîz sahîh, el Profeta dijo:

"Quien glorifique a Allah  (repita Subhânallah) después de cada oración treinta y tres veces, quien alabe a Allah (diga Al hamdulillah) treinta y tres veces y exalte a Allah (diga Allahu akbar) treinta y tres veces, lo cual suma a noventa y nueve, y luego complete los cien diciendo: Lâ ilâha illa Allah uahdahu lâ sharîka lahu lahu al mulk ua lahu al hamd, ua hua ‘ala Kulli shai'in qadîr, sus pecados serán perdonados, aunque éstos sean como la espuma del mar."[3]

    A continuación, ella se vuelve humildemente a Allah pidiendo que corrija todos sus problemas, tanto en este mundo como en el próximo, y que la bendiga y la guié en todas las cosas.

    De ese modo, la musulmana finaliza sus oraciones purificando su corazón y mente, y vigorizándose con una dosis de energía espiritual que la ayuda a enfrentar las obligaciones de la vida cotidiana, sabiendo que está bajo la protección de Allah . Ella no entra en pánico si algo malo le sucede, ni se vuelve en una persona mezquina si disfruta de buena fortuna. Esta es precisamente la actitud de las mujeres justas, que oran y temen a Allah :

[Ciertamente el hombre fue creado impaciente: Se desespera cuando sufre un mal, y se torna mezquino cuando la fortuna le favorece, salvo los orantes que son perseverantes en la oración, que de sus bienes destinan un derecho consabido [el zakât y las caridades] para el mendigo y el indigente...] (70:19-25)


[1]  Idem., 5/89, 90, Kitâb al masâyid, bâb istihbâb adh dhikr ba‘da as salâh.
[2] Ver Imâm An Nauaui, Riiâd As Sâlihîn, p. 621, Kitâb al adhkâr, bâb fadl adh dhikr ua al hazz ‘alaihi; Sahîh Muslim, 5/83-95, Kitâb al masâyid, bâb adh dhikr ba‘da as salâh
[3]  Ver Sahîh Muslim, 5/95, Kitâb al masâyid, bâb adh dhikr ba‘da as salâh.
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