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La Verdadera Musulmana Prescribe Lo Que Es Bueno Y Prohibe Lo Que Es Malo

El deber de prescribir lo que es bueno y prohibir lo que es malo (Al amr bi'l ma'ruf wa'l nahyi 'an al munkar) no está confinado solamente a los hombres, se aplica por igual a los hombres y a las mujeres, como está establecido en el Qur’ân:

[Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben el mal, cumplen con la oración prescrita, pagan el Zakâh, y obedecen a Allah y a Su Mensajero. Allah tendrá misericordia con ellos; y Él es Allah es Poderoso, Sabio.] (9: 71)

   El Islâm otorgó a las mujeres una elevada categoría social cuando les dio esta gran responsabilidad de prescribir lo que es bueno y repudiar lo que es maligno. Por primera vez en la historia las mujeres eran las que impartían instrucciones, mientras que en todos las demás pueblos, a excepción de las tierras del Islâm, ellas eran quienes recibían instrucciones.

   Como respuesta a esta responsabilidad, la cual constituye un gran honor, la musulmana se pone de pie para llevar a la práctica el deber de prescribir lo bueno y prohibir lo malo dentro del marco de su naturaleza femenina. Ella se enfrenta al mal dentro de los límites de su propio campo especializado, - lo cual no es una cuestión insignificante en el mundo de las mujeres -. Cuando se percata del mal, se opone al mismo con la razón, la deliberación, la sabiduría y con un enfoque bueno e inteligente. Ella trata de erradicarlo con su mano cuando le es posible, y si ello no conduce a peores consecuencias. Si no lo puede erradicar a través de sus acciones, da su opinión claramente para explicar lo que es bueno, y si no es capaz de hacerlo, se opone al mal con su corazón, comenzando a pensar en la manera y en los medios necesarios para oponerse y erradicarlo. Estos son los medios para oponerse al mal que fueron establecidos por el Profeta :

"Aquél de vosotros que vea una mala acción, que la cambie con su mano. Si él no fuera capaz de hacer esto, que lo haga con su lengua. Y si no fuera capaz de hacerlo, que lo haga con su corazón - y esto es lo más débil de la Fe".[1]

   Cuando la musulmana cautelosa emprende este deber de prescribir lo bueno y prohibir lo malo, está siendo sincera con sus hermanas musulmanas descarriadas o negligentes porque la religión es sinceridad (o consejo sincero) como el Profeta explicó elocuentemente cuando resumió el Islâm en una sola palabra: nasîhah. Si en verdad ese fuera el caso, entonces la musulmana no tiene otra alternativa más que prescribir lo que sea bueno y prohibir lo que esté equivocado a fin de cumplir la definición de sinceridad establecida por el Profeta :

"La religión es sinceridad (nasîhah)". Nosotros le preguntamos: "¿A quién?". Él contestó: “A Allâh , a Su Libro, a Su Mensajero, y a los líderes de los musulmanes y a sus semejantes”. [2]

   La opinión de la musulmana para ofrecer nasîhah y para prescribir lo bueno, y prohibir lo maligno en los círculos de mujeres llevarán a la corrección de muchas costumbres, tradiciones y hábitos ajenos al Islâm que prevalecen entre algunas mujeres. Cuántas de dichas prácticas están presentes entre las mujeres desviadas o negligentes del Islâm. En cambio, la mujer musulmana que confronta estas costumbres y explica el punto de vista islámico correcto está realizando la mejor obra que puede por su sociedad y Ummah, además de ser una de las mejores personas.

"Un hombre se levantó, mientras el Profeta estaba en el minbar y le preguntó: ‘Mensajero de Allâh ¿Cuál de entre las personas es la mejor?’. Él respondió: "Los mejores de entre la gente, son los que más conocen el Qur’ân, los que son más piadosos, los que más prescriben lo bueno y prohiben lo malo, y los más respetuosos con sus parientes’". [3]  

   La musulmana precavida es una mujer con una misión. Ella nunca permanece en silencio con respecto a la falsedad, ni tampoco fracasa en sostener la verdad o rechazar cualquier desviación. Ella, por el contrario, siempre se esfuerza para beneficiar a sus hermanas de la comunidad musulmana y salvarlas de sus propios defectos, atraso, ignorancia, y desviaciones. Ella lleva a cabo su deber de prescribir lo bueno y prohibir lo malo en obediencia al mandato de Allâh y de Su Mensajero y también para protegerse del castigo de Allâh que sobreviene a las sociedades, donde niguna voz se alza para prescribir lo bueno y prohibir malo.

Cuando Abû Bakr  se convirtió en jalîfah, ascendió al minbar, alabó a Allâh , y luego dijo: "¡Oh Pueblo! Vosotros recitáis la Aleya [¡Oh, creyentes! Velad por vuestras propias almas. Quien se desvíe no podrá perjudicaros, si estáis encaminados. A Allah volveréis todos vosotros, y Él os informará de lo que hacíais. ] (Qur’ân 5:105) y la estáis mal interpretando. Ciertamente, que escuché decir al Profeta : 'La gente que vea algún mal y no se oponga al mismo, ni busque cambiarlo, serán castigados por Allâh ’".[4]

   La musulmana que es sincera en su Islâm, cuya Fe es sólida y cuya mente está abierta a la guía del Islâm siempre se encuentra activa por la causa de la bienaventuranza prescribiendo lo bueno y prohibiendo lo malo, ofreciendo consejo sincero y reformando situaciones corruptas. Ella no acepta la negatividad, la pasividad, la negligencia o la vacilación en sí misma, y jamás acepta un compromiso o una desviación en cuestiones del Islâm y de sus rituales. La religión y la 'aqîdah son cuestiones serias, no son para jugar y no está permitido quedarse en silencio cuando surge algún desvío o error en asuntos religiosos. De otro modo, terminaremos como los judíos quienes se ganaron la ira de Allâh cuando vacilaron y se volvieron indiferentes con respecto a su religión:

"Entre los pueblos que os precedieron estaban los hijos de Israel. Cuando alguno de ellos obraba mal, uno lo denunciaba para decir que había cumplido con su deber. Pero al día siguiente, se sentaba a comer con el pecador, como si no hubiese visto nada erróneo en él. Cuando Allâh vio esta actitud, volvió los corazones de algunos de ellos en contra de otros y los maldijo a través de la lengua de Dâûd e 'Îsa, hijo de Maria, porque desobedecieron y persistieron en los excesos (ver, Qur’ân 5: 78). Por Aquél en Cuyas manos está mi alma, debéis prescribir lo bueno y prohibir lo malo y debéis contener la mano del malvado y darle una severa advertencia para adherirse a la verdad. De otro modo, Allâh ciertamente volverá los corazones de algunos de vosotros en contra de otros, y os maldecirá como los maldijo a ellos".[5].


[1]  Sahîh Muslim, 2/22, Kitâb al îmân, bâb bayân kawn al nahy 'an al munkar min al îmân.
[2]  Sahîh Muslim, 2/37, Kitâb al îmân, bâb bayân an al din nasîhah.
[3]   Relatado por Ahmad y At Tabarânî; los hombres de sus isnâds son zikât. Ver Maymâ' al Zawâ'id, 7/263, Bâb fi ahl al ma'ruf wa ahl al munkar.
[4]   Hayât al Sahâbah, 3/233.
[5]  Relatado por At Tabarânî, 10/146; los hombres de su isnâd son riyâl al sahîh.
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