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EL PASO HACIA EL PARAÍSO: El Mérito De Llorar Por Temor Y Por Amor A Dios

EL PASO HACIA EL PARAÍSO
Dichos De Muhammad El Enviado De Dios
El-Imam Al-Nawawi
CAPÍTULO 50
El Mérito De Llorar Por Temor Y Por Amor A Dios

Dios -alabado sea- dice:
"Se prosternan ante Allah con los ojos llenos de lágrimas, y [el Corán] les acrecienta su humildad y sumisión.". El Sagrado Corán (17:109)

Y Dios -alabado sea- dice:
“¿Cómo es que os sorprendéis de este Mensaje, Reís en vez de llorar”. El Sagrado Corán (53:59-60)

267. Abdulah Ibn Mas'ud (que Dios esté complacido de él) narró que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) le dijo: "Recítame algo del Corán" Dije: "¡Oh Enviado de Dios! ¿Cómo voy a recitarte del Corán, cuando fue revelado a ti?.
Dijo: "Es que me gusta escuchar su recitación por otros".
Así que comencé a recitar la Sura AL-NÍSAA, hasta que llegué al versículo que dice: “Y, ¿qué ocurrirá cuando traigamos a un testigo de cada pueblo y te presentemos a ti como testigo contra éstos?".
En aquellos momentos, el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "¡Ahora, con esto es suficiente!"
Me volví hacia él, y vi que sus ojos derramaban lágrimas.

268. Anas (que Dios esté complacido de él) narró: He escuchado un discurso del Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que nunca había escuchado algo semejante. De entre lo que dijo fue: "Si supierais lo que yo sé, hubierais reído poco y llorado mucho". Fue entonces cuando vi a los Compañeros del Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) cubrir sus rostros. Sus sollozos se hacían oír.

269. Abdulah Ibn Al Chíjir (que Dios esté complacido de él) narró: En cierta ocasión, entré para ver al Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) pero se encontraba rezando. Lloraba tanto que sus sollozos parecían el ruido de una caldera.

270. Anas (que Dios esté complacido de él) narró que el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) le dijo a Ubay Ibn Ka'b (que Dios esté complacido de él): "Dios –alabado sea- me ordenó recitarte: "Los incrédulos, de entre la gente de la Escritura y los idólatras, no podrían renunciar hasta que les llegara la evidente prueba".
Ubay preguntó: ¿Es que Dios me nombró a mí?. Dijo: "¡sí!"
Ubay se puso, entonces, a llorar.

Selección y Prologo: Prof. Dr. M.M Al-Azami
Traducción de texto: Ahmed M. Safi
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