El Verdadero Musulmán Ama Las Cosas Nobles Y Siempre Aspira A Ellas
El verdadero musulmán siempre aspira a las actitudes nobles en sus relaciones sociales, y nunca basa esas relaciones en los intereses triviales. No tiene tiempo para la grosería y los asuntos fútiles, porque él se ha formado según las enseñanzas del Corán y de la Sunnah, por eso prefiere ser serio, y odia la frivolidad.
Él se inclina hacia elevados objetivos y desprecia perder el tiempo. Éste es el tipo de actitud que Allah ama ver en las personas, como el Profeta (B y P) nos dijo:
"Allah es noble (Karîm) y ama a las personas nobles. Él ama las cosas nobles y odia las futilidades".[1]
Su discurso no es exagerado
El verdadero musulmán evita exagerar en su discurso con el propósito de presumir o llamar la atención de su audiencia. El discurso exagerado y la charla vana no son una característica del verdadero musulmán que ama las cosas nobles y odia las idioteces. Esas características pertenecen a la persona vanidosa cuya sola preocupación es presumir y llamar la atención de su público. Por esta razón el Profeta (B y P) era muy severo con aquellos que exageraban en su discurso, y después de su muerte Abû Bakr y ‘Umar también fueron severos con ellos, a tal magnitud que ‘Abdullah Ibn Mas‘ûd dijo:
‘Juro por Aquel que merece ser adorado que nunca vi a alguien ser más severo con aquellos que exageran en su discurso que el Mensajero de Allah (B y P), y nunca vi a alguien ser más áspero con ellos después de su muerte que Abû Bakr, y pienso que ‘Umar temió lo peor para ellos’.[2]
No se regocija por los infortunios de otros
El verdadero musulmán no se regocija con los infortunios de otros, porque esto es una actitud vil y perversa que el Islam prohíbe, y de ella nos advierte en el Ĥadîz:
"No te alegres por las desgracias que azoten a tu hermano, porque Allah tendrá misericordia de él y desencadenará el infortunio sobre ti".[3]
No hay espacio en el corazón del verdadero musulmán que está dotado con el espíritu y la guía del Islam para sentir regocijo con la desgracia de su hermano. Por el contrario, el musulmán se siente afligido por las desgracias y las dificultades que enfrenta su hermano, por eso se apresura en ayudarlo y se llena de compasión por su sufrimiento. Regocijarse por las dificultades que atraviesan nuestros hermanos es una actitud de aquellos que en sus corazones hay una enfermedad y están privados de la guía del Islam, y están acostumbrados a buscar la venganza y los medios para dañar a otros.